Sin
lugar a dudas, escuchar debería convertirse en unos de los
principios de nuestra vida, un hábito que nos abrirá puertas, y es
que el que nos pongamos en el lugar de otro, de ver las cosas desde
su perspectiva y, como dice la frase, “no juzgar a nadie hasta
haber caminado un kilómetro en los zapatos del otro”, es la mejor
de las virtudes.
Por eso, vamos a tratar
de ponernos en el lugar del otro y hacer eco del refrán “todo es
del color del cristal con el que se mire”. No es un hábito fácil de
poner en práctica, todo lo contrario, es bastante complicado. Nos
pasamos más tiempo hablando que escuchando, creyendo que las cosas
sólo pueden ser de la manera en la que nosotros las vemos, sin
embargo, escuchar tiene más poder que hablar, es la más mimosa de
las caricias que le podemos dar a nuestro interlocutor. Así, la
escucha empática la podemos considerar como la mejor receta a la
hora de motivar a los demás, con la que haremos sentir importante a
la persona escuchada.
Ralph Roughton nos lo
describe de forma extraordinaria: “Cuando te pido que escuches y
comienzas a dar consejos no haces lo que necesito. Cuando te pido que
escuches y comienzas a decirme porqué no debiera sentirme como me
siento, estás hiriendo mis sentimientos. Cuanto te pido que escuches
y sientes que tienes que hacer algo para resolver mi problema, por
extraño que parezca, me decepcionas. Escucha, todo lo que pido es
que escuches, no digas ni hagas nada, sólo escúchame. Mientras tu
escuchas no tengo frío...”
Los
obstáculos de la escucha:
- oír sólo lo que nos interesa,
- interrupciones constantes,
- pensar
lo que voy a contestar en lugar de escuchar,....
Podríamos
establecer los siguientes niveles de escucha:
- Escucha empática: Escucho para tratar de comprender y darte lo que necesitas y cómo lo quieres, me estoy poniendo en tu lugar.
- Escucha activa: Estoy aquí, presto atención a lo que dices y te lo hago saber.
- Selección: sólo escucho lo que quiero, lo que me interesa a mi.
- Fingir: no te escucho pero finjo que lo hago.
- Ignorar: no te escucho.
¿Cómo
demostramos a nuestro interlocutor que le estamos escuchando?:
- Utilizando refuerzos verbales que muestren apoyo y reconocimiento del tipo: eso es, muy bien, entendido, etc...
- Haciendo referencias a afirmaciones pasadas: como bien dijiste,...
- Realizando un claro seguimiento verbal a través de afirmaciones o preguntas con el objetivo de aclarar o ampliar lo que nos esta transmitiendo el emisor: en relación a eso que comentas...
- Repetir con nuestras palabras lo que nos están transmitiendo: si te he ententido bien, has querido decir que.....
Realiza la siguiente práctica: cuando alguien esté hablando y vayas a responder, aguanta unos cuatro segundos antes de intervenir. Lo más probable es que el emisor siga hablando y por lo tanto añada más información, más datos para entender y comprender lo que nos están transmitiendo y ser más fácil "calzar esos zapatos del otro", así mismo, también nos servirá para pensar mejor lo que vamos a decir.